miércoles, 12 de octubre de 2011

Torres Electricas II

Torres Eléctricas. Linea Matsushiro (II)
20 - 26 Enero 2011

I

Si las ves, fijamente, te darás cuenta, de como se mueven, se mecen, que así se le llama a este movimiento. Sí, se mecen, plácidamente, movidas por el viento y oscilan en una danza en las alturas mientras se sostienen en el aire.

Me gustan las torres eléctricas, por sus formas geométricas, por estar hechas de triángulos y ángulos que se cruzan, y que forman un caleidoscopio de lineas que se recortan contrastantes contra el plomizo cielo de esta ciudad. Me gustan por estar hechas de lineas rectas y por ser ellas mismas, parte de inmensas lineas de torres formadas, con disciplina marcial, mientras atraviesan cerros, cañadas, bosques y llanuras, les admiro, por rectas, estoicas, marciales y disciplinadas.

Siempre me han sorprendido las torres eléctricas, con sus esbeltas y raquíticas figuras, me sorprenden por el hecho de sostenerse en el aire por delgadisimas trabes de aluminio que hacen que parezcan, desde lejos, estructuras realizadas por palillos de dientes, a pesar de eso, estas esbeltas trabes metálicas sostienen un peso de varias toneladas, de manera increíble y casi mágica, a veces creo que su estructura liviana, aparentemente frágil, transparente, de una limpidez y claridad sincera, encierra un vacío y que este vacío y el aire circundante es lo que realmente mantiene a las torre erguida, ligera. Creo que es así, pues recuerdo o creo recordar, por viejas lecciones de física básica, que el aire caliente sube y mantiene a los globos aerostáticos en el aire. Tal vez, el vacío interior de estas torres no lo sea tanto, y estas están en realidad llenas de aire lentamente entibiado, y es debido a este aire caliente que se mantienen derechitas, buscando llegar al cielo, tal vez de ahí su forma, gruesa en su base y delgada en su tope, tomaron esta forma, no por solides estructural, sino por estiramiento, por alargarse hacia el globo solar, por culpa del aire caliente que ocupa su vacío interior, y que en exceso, deformo la figura de la torre, como si esta estuviera hecha de flexibles ligas de de hule y no de aluminio. Tal vez por eso las torres calzan en cada uno de sus cuatro pies, gigantescos bloques de concreto u hormigón, zapatos estos, que parece que las torres hubieran utilizado para aplanar su derecho de vía, pero que no son otra cosa mas que pesos, colocados estos en forma precavida para evitar que el aire contenido dentro de ellas, ese que las hace querer subir al cielo y que le ha hecho adoptar esa forma alargada que les es tan peculiar se las lleve volando, como globos.

II

Desde hace años, muchos, décadas, diría que toda mi vida, que no es mucha, ni suficientemente poca, e vivido cerca de un paso de vía de torres eléctricas que forman parte de una linea de distribución de corriente de alta tensión. Ocupan estas, el larguísimo camellón de una avenida que, curiosamente, se llama "Avenida de las torres" y recuerdo que esta ciudad, Medusa cuyas serpientes hacen crecer la ciudad, convirtiendo con su mirada los campos en masas de piedra, todo hormigón y chapapote, abundan las calles así nombradas, tal vez, lo curioso seria encontrar una delegación o municipio de esta gran urbe de concreto y demografía anónima que no tenga su correspondiente "Avenida de las torres".
Recuerdo como de niño las observaba mientras paseaba a lado de ellas montado en bicicleta, y de las recomendaciones de no volar cerca de ellas papalotes, pues en caso de que uno se enredara en los cables de alta tensión uno moriría inmediatamente consumido por el chispazo eléctrico producido por el efecto de hacer "tierra" la corriente de alto voltaje. En mi mente infantil me regodeaba con el placer macabro de reconstruir mil veces mi trágica muerte en la imposible escena de verme reducido a una escultura de ceniza humeante, calcinado y electrocutado como castigo de atreverme a volar un papalote cerca del espacio vital, sagrado, de esas moles deidedificadas que eran las torres eléctricas, muerto rápido en consecuencia a mi infracción, por un rayo justiciero de alta tensión y quedar, para escarmiento y señal de algún futuro retador, como escultura humeante sobre el pasto seco de los camellones. Pensaba, con terror comparativo, que tal vez en Sodoma y Gomorra los niños habían volado papalotes cerca de torres eléctricas y que eso de las esculturas de sal era algún raro y terrible error de traducción.
No mentiré, si confieso que el temor a la electrocución, a morir fulminado por un zumbante chispazo eléctrico no era una idea que, tanto me atraía, como me aterrorizaba. Como todo niño, o adolescente me di algunos "toques" eléctricos al tocar o desconectar extensiones eléctricas, estos accidentes, producto de mi negligencia casi siempre, tuvieron como consecuencia, sin excepción, una mano dormida y hormiguente, ajena, que recordaría durante mucho tiempo lo peligroso que era la electricidad. Por esta misma razón durante años me quedaba cerca de las torres, silencioso, expectante, sin atreverme a tocarlas, pues temía sufrir un chispazo, toque, electrocución masiva, o cuando menos una mano dormida y hormiguente, dolida, ajena, entregada en tributo, temporalmente, a alguna deidad desconocida: El patrono de las torres eléctricas electrocutantes "electro-pochtli" o "electrocoatl".

III

Las torres eléctricas hablan, si, las eh escuchado, muchas veces, sentado en el centro de el área cuadrangular que determinan sus zapatos de concreto, o caminando lentamente en el camellón, las eh oído hablar, escuchar su lengua susurrada que transmite su platica de torre a torre. Que tonto eres, diría alguien, lo que escuchas es el zumbido de la corriente eléctrica al pasar por los cables. Tal vez es cierto, tal vez es así. Pero yo creo, no, estoy convencido de que las torres eléctricas hablan con dialecto zumbante unas con otras. Es este ruido, el de enjambre de abejas de alta tensión el que puedo identificar como dialecto, pues el zumbido que parece constante aveces se entrecorta, fluctúa, formando un código ininteligible, con el que hablan unas con otras..
¿De que hablaran en su lengua de puro flujo de electrones? ¿De los bosques donde están los dinamos que generan su corriente eléctrica?¿ De las selvas verdes y de los ríos llenos de cocodrilos donde están las presas del cañón del sumidero, de sus habitantes que hablan con los pájaros quetzales en su lengua maya?¿De los amaneceres y puestas de sol maravillosas de las costas? Me pregunto sin respuesta de que hablaran y si tal vez las noticias contadas durante años de torre a torre no generara en ellas sueños y añoranzas, de conocer otras cosas y de dejar de ser torres eléctricas, aunque sea por un momento. Les veo suspendidas en el aire, solidas, ligeras, estoicas, disciplinadas y marciales. Posiblemente llenas de sueños y de diálogos zumbantes; De alta tensión.

IV

Se fue la luz en casa, repentinamente caí en ese vació horizontal que es la negritud primigenia, la cual inundo el cuarto, convirtiendo todo lo brillantemente iluminado en obscuramente ajeno. Así pues mi casa, cueva postmoderna fue tomada por asalto por la obscuridad primigenia esa, que a toda costa, las mas de las veces evitamos y que se llama noche. Mientras caía preso del discreto encanto de la luz de una vela, veía distraídamente el techo, con instinto Cromagnon pensaba, en forma inocente mancillar la blancura del techo de tirol con la negra silueta de mi mano y empezar a crear un nuevo Altamira, o Lascaux, dentro de la intimidad de esta, mi cueva de cemento y ladrillo, fue entonces que las vi de reojo por la ventana, recortadas en la obscuridad de la noche contra la claridad del cielo nocturno libre de nubes y lleno de estrellas. A las torres eléctricas, marchando, una tras otra, a ritmo de parada, de desfile dirían otros, estoicas y marciales, unidas por sus cables. Al fin se habían puesto en movimiento. Dejaron los sueños prendidos en algún lado y decidieron cambiarlos por una buena dosis de realidad. Cantaban, o creo que lo hacían, en un coro de zumbidos eléctricos murmurantes, que chisporroteaban a veces, cuando los cables chocaban entre ellos. Así continuaron, caminando, como los molinos gigantes del Quijote, al paso constante que les permitía sus zapatos de concreto, me sorprendió no verlas volar, como globos, pero pronto recordé que tal vez por ser de noche y por el sereno de la madrugada su aire caliente no tenia impulso, para ir en su búsqueda obsesiva del globo solar.
Continuaron su marcha, a paso redoblado, durante toda la noche, y parte del día, les observe sorprendido mientras se alejaban hacia el horizonte montañoso que bordea la ciudad, Las seguí con la vista por largo rato mientras se me antojaba correr y subirme al hombro de una de ellas y ver el amanecer desde la altura, me quede viendo como sus pequeñas siluetas en la lejanía coronaban los espinazos de lo cerros, como si de inmensas agujas de acupuntura se tratara quitando las dolencias de espalda de esta sierra montañosa hasta que desaparecieron. De lo que paso después solo puedo imaginarme, de verlas caminar a través de valles, atravesando ríos y solidarias como son ayudandose las unas a las otras con sus cables para hacer rapel a través de cañadas y barrancos.
Me di cuenta que las torres dejaron de soñar, de sentir añoranza por los lugares que nunca han visto y que deseaban ver. De sucumbir a la tentación de la invitación transmitida de una a otra en su lengua de electrones.Dejaron de soñar para ponerse en movimiento e irse de vacaciones, de abandonar , por una vez, su postura rígida y responsable de indudable estoicismo. Tal vez caminaran por muchos kilómetros hasta ver el amanecer en la costa, donde se mecerían en el viento mientras el mar les moja sus cuadrados pies de concreto y las gaviotas se posan lenta y plácidamente en sus cabezas, podrán descansar plácidamente, vacacional, que buena falta le hace y soñar un poco con nuevos horizontes, lugares estos donde dejarían de ser torres; Serán palmeras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario