lunes, 17 de octubre de 2011

Mictlán.

Aldonsa (Con A).
21 de Mayo del 2010.
Comentario en Blog.


Mictlán:

Mientras corta la noche con paso parejo, de homínido, se desplaza este hombre. Como cualquier otro. Tiene un cuerpo, con sus apéndices y músculos, y una solida estructura ósea. Quien lo viera no repararía en el en forma especial. Es como cualquier otro, común. Amoldado en el troquel de la realidad a los cánones de lo aceptable. Cargando sobre sus hombros las pesadas cargas de madurez y responsabilidades de la vida adulta, de los sueños incumplidos, de las fantasías no cumplidas, de los deseos profundos y negros; Inconfesables. Deseos estos que viven lo mas hondo de su ser, en un profundo hoyo que empieza su declive en la cabeza y que aumenta su pendiente conforme se acerca al corazón, lugar este donde empieza la profunda cima y hoyo sin fondo del vació humano. Lugar de toda perdición, que todo lo atrapa.

Inframundo es ese,el que llamamos vida, mundo profundo obscuro y a veces humedo igual a esta estación de ferrocarril subterráneo a donde el hombre arribo después de haber descendido los siete círculos de las escaleras y de sortean al Cancerbero del torniquete que exigió cual postmoderno Caronte el pago puntual de una moneda convertido, ahora, en diminuto boleto de papel con banda magnética.

El hombre esta solo, en la luminosidad de la luz artificial que convierte en día esta estación, rodeada de la noche permanente del inframundo subterráneo, Mictlán dirian los hombres que fueron antes que nosotros. Observo a un lado y al otro, se encontró solo, y al mismo tiempo acompañado por su Soledad insidiosa. Esa amante pesada y posesiva que lo atrapa y no le deja. Y que incluso en los lugares mas llenos le acompañaba. Y le convencía que a pesar de esta acompaño y abrumado por el peso de la demografía reinante, el siempre esta, y estaría, rodeado de las absoluta y dominante Soledad. Todo el mundo se ha marchado ya.

Se recargo en el muro mientras su equipaje físico caía pesadamente en el anden. Y un sudor frío, recuerdos de un mar lejano le empezaba a invadir el cuerpo, en oleadas progresivas, tal vez producto de esa marea alta que produce la luna en las noches. O tal vez por el esfuerzo de cargar a cuestas, como caracol, todos sus problemas y desilusiones. Peso terrible y muy pesado, que le hacia temblar las piernas en este momento y que le maltrataba sus marchitas y grises alas.

Con paso vacilante, debido a los pesos que debía de soportar, se encamino al borde del anden. Para observar como de la obscuridad de la noche perpetua del túnel surgía una repentinamente una estrella, un sol, ahora supernova y luego faro de ferrocarril. Para observar como un inmenso gusano monstruoso, de piel metálica naranja entraba en tropel a la estación mientras devoraba los rieles a su paso.

El hombre afianzo a la realidad mientras pudo y tomo vuelo. Un paso dos, otro mas y salto al vació, pensó mientras sus cuerpo anonadado seguía a sus decididos pies, Desplegó sus alas y las extendió en el aire mientras planeaba hacia la obscuridad liberadora que el veía venir en forma de rieles paralelos, obscuros. Mientras el gusano metalico de piel naranja gritaba con voz de sirena y chirriaba mientras intentaba frenar su loca carrera.

Las alas extendidas planean en picada mientras se liberan de sus plumas, separadas ya, de la pesada carga que en vida llevo el nombre de hombre. Las plumas siguieron planeando, lentamente, hasta posarse en el anden frió y en los rieles llenos de sangre, algunas, otras, hacían arabescos o descendían en trazos circulares mientras eran atraídas a la obscuridad, atrayente, siempre a la obscuridad.

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