miércoles, 6 de abril de 2011

Cemaforo

Como un acuario.
Comentario en "blog."
4 de Diciembre 2008, 22:43 hrs.

Semáforo.

Espero, mis dedos tamborilean en el volante mientras siento la tibia atmósfera de invernadero del interior del coche. Puedo percibir la ligera vibración de la palanca de cambios mientras se mantiene en la posición de neutral, que tal vez deberíamos de llamar de indecisión, pues no hace ni avanzar ni retroceder. Mi pie esta suspendido a pocos centímetros de los pedales, en espera, no hay necesidad de pisar el freno y detener mi lenta marcha, mientras ese pequeño cíclope de ojos cambiantes que es el semáforo no me de su guiño verde que me indique avanzar.
Reflexiono si este semáforo no sera una pequeña analogía de la vida; A veces salimos despedidos como bólidos y otras tantas ocasiones debemos de esperar pacientemente mientras avanzamos a paso de tortuga mientras nos dirigimos, con lentitud variable hacia ese destino común e inevitable que es el olvido. Reflexiono que lo interesante no es la velocidad, no, lo importante es el trayecto, este camino lleno de baches, curvas, coladeras abiertas y este infinito numero de intersecciones que plagan el camino de la vida. A veces creo que es bueno que existan esos pequeños semáforos que son los amigos, los maestros, los libros y las situaciones fuertes que regulan nuestro devenir en este transito pesado que es la vida.
Veo que hay gente que le intenta ganar al semáforo, ganar esos pocos metros vacios, que de todas maneras, solo le adelantaran un poco y que no terminan mas que en causarles problemas a los demás.

Sentado en el coche recuerdo el texto donde un hombre se queda ciego frente a la luz roja de un semáforo; Su Ceguera era blanca. Me pregunto si los que nos desesperamos frente al semáforo no seremos todos ciegos, ciegos a la vida, a los demás, al dolor ajeno, a las necesidades de la masa anónima que nos acompaña en cada momento de nuestra existencia y de la cual formamos parte, y que espera, solamente, que la luz cambie, ajenos a los peatones, y a esa rola de Cole Porter que brota lenta y plácidamente de las bocinas del automóvil, pegajosa como melaza.

El cíclope parpadea y su ojo verde surge mágicamente de su órbita vacía, mientras su ojo rojo y cansado, irritable, se oculta.

Pie, pedal, movimiento de palanca y una vez embragada la velocidad me desplazo suave y lentamente, unos metros, no más, hasta que el cíclope dictador vuelve a mostrarme su ojo rojo y cansado.

Me detengo.

Tal vez demorare algunas luces mas antes de salir de este atolladero. Me reconforto en el asiento, también es bueno disfrutar de los tiempos muertos.

Luz roja.

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