Esta fruta que llamamos vida es, de lejos, bella y sugerente, su olor externo es ciertamente atrayente. Al probarla nos daremos cuenta de que su gusto es dulce al principio, agridulce luego y que tiene un lago y persistente sabor amargo que impregna y atosiga. Lo mismo pasa con su olor. Es seductor, dulce e invitante por fuera, pero al probarla pasa de lo ocre al profundamente fétido y persistente; A causar un profundo asco. La pulpa de este fruto tiene el color y la textura de a carne machacada y su jugo se parece en sabor y pegajoso tacto a la sangre.
Es la vida, el fruto prodigioso que deberíamos no probar, como aquella manzana de la sabiduría que libero a aquellos infantiles moradores del Edén y que al probar del fruto prohibido recibieron como castigo por ese acto reprobable al mundo como regalo, con todo lo que ello implica, ganar el mundo con todos sus problemas y la libertad con todas sus consecuencias.
Tendremos que tener cuidado, con este fruto de la vida, que es demasiado incitante como para evitar que lo probemos, aunque sea un poco, y por esto caer victima de su agridulce veneno.
jueves, 6 de junio de 2019
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