domingo, 17 de junio de 2012

Miss Tutsi Pop  
Comentario en "Blog¨.
15 de Junio 2012


Flujo:

Aparentemente todo fluye. Todo, todo. Desde este universo en el que la creación, según el corrimiento al rojo descubierto por Edwin Hubble, en el que toda la materia existente originalmente estaba muy junta, en un punto inicial  hiperdenso desde el cual empezó a fluir, en eso que llamamos "la gran explosión" para ir ocupando, lentamente, a un ritmo de expansión mas o menos constante el vacío. Así pues el espacio fluye, en proceso de expansión, aparentemente eterna, y es así que  esta misma expansión  va acompañada de otro fenómeno que también fluye; El tiempo. Tiempo este, que corre y corre, fluyendo por el universo a la velocidad esquiva del presente, ese, que nadie sabe cuanto dura, pero que se desenvuelve en su fluir, hacia ese instante, cercano o lejano, que llamamos futuro. Instante o lugar este, que tiene su equivalente muerto  y a cada momento mas lejano y que tomara el nombre de pasado.
Fluye, todo fluye, el trafico de velocidad variable en los caminos, el aire alrededor de mi, el día y su noche, las estaciones del año, la vida y tú.

El agua fluye, la incolora y potable, la gran lagrima salada del mar, recuerdo de la tristeza de un dios creador, ya lejano, y esa, roja por el hierro, que mora dentro de mi y que va, corre que corre por venas y arterias.  Agua, que fluye y que se expande hasta llenar, en forma perfecta, económica, eficiente y disciplinada cualquier envase que la contenga. Agua que fluye, y que a veces reposa, al correr mas lento en  lugares como este estanque, donde corre lento, fluyendo, alrededor de ese objeto que eres tú, y que  es acariciado, por todas partes, en esa roce húmedo, total, afectivo e intimo que llamamos mojarnos. El agua te acaricia, o por lo menos, acaricia la parte de tu cuerpo que esta sumergida, con una única mano ausente de dedos.  No como esas plantas, que te acechan al borde del estanque, donde están escondidas, hundidas en ese otro flujo que llamamos obscuridad y que no es la falta de luz. Así pues esas plantas, expectantes, esperan, sumergidas en el flujo obscuro del tiempo que llamamos noche a que salgas, para poder tocarte furtiva y rápidamente mientras pasas entre ellas. Pero tu no eres consciente de ello, solo sientes el flujo del agua y apenas percibes el flujo del tiempo y de tu sangre, que con expectación  creciente hacen pasar tu pecho por un tambor ligeramente mudo, de sonido leve.

Te observo, inmóvil, anclado a la realidad y ajeno al paso de la noche. Como parece que brillas sobre la obscuridad del agua iluminada por el  fuego tu cabello, ese, que fluye desde tu cabeza y cae en cascada sobre tu espalda, flujo este, de fuego que no quema, pero, a veces da calor. Te observo, mientras tu imagen fluye dentro de mis ojos y cerebro. Te veo, sosteniendo un único y grande arillo sobre la obscuridad fluyente del agua y la noche. ¿Qué esperas? Me pregunto. Mientras las ideas fluyen libre y rápidamente en mi cabeza preguntando me por lo misterioso de tu acción. Te observo y te veo, hasta que el flujo de la obscuridad da paso al fluido de luz que llamamos día. y que te indica que te debes ir. Me pregunto si encontraste algo que haya quedado atrapado y prendido del aro que sostenías y que tal vez sea mágico. Digo, casi con seguridad, en este flujo de aire y sonidos que llamamos voz una certeza. Haz (Hemos.) capturado un instante. Instante. Momento este que ha sido sacado del flujo del tiempo y que morara, hasta que el flujo de nuestra vida acabe con nosotros,  en ese lugar estático y precioso que llamamos memoria. 




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